miércoles, 6 de junio de 2007

La relatividad de las libertades.


Hace unos días, justo a la media noche del 27 de mayo, la televisora más antigua de Venezuela, Radio Caracas Televisión (RCTV), dejó de transmitir. Esto, debido a que el gobierno del presidente Hugo Chávez no le renovó la concesión argumentando que su programación era de mala calidad, por lo cual, en la frecuencia que ocupaba RCTV, comenzaría a emitir la televisora TVES, dependiente del gobierno, y con una programación altamente cultural.


Desde entonces, los gobiernos y medios de comunicación de varios países de Latinoamérica y el resto del mundo, incluyendo mi querido y kafkiano México, han levantado la voz para protestar por lo que ellos llaman un atentado a la libertad de expresión. Los que protestan argumentan que en los regímenes "democráticos", donde gobiernan y laboran, se cuenta con la apertura suficiente para que todos los habitantes se expresen sin temor a ser reprimidos, contrario a lo que sucedió en el gobierno del "dictador Chávez", como ellos lo han dado en llamar.


Hablar de libertades es muy relativo debido a que en cada régimen se maneja este derecho según las conveniencias de quien controla el poder. En México, los medios de comunicación, principalmente los electrónicos, se han desgarrado las vestiduras hablando sobre el atentado de Chávez contra los principios democráticos y ensalzando los logros del gobierno panista por la apertura lograda gracias a los "cambios democráticos" que han efectuado durante los casi 7 años de gobierno.


¿Pero en verdad se ha logrado avanzar los suficiente, tal como lo cacarean los medios y los gobernantes? No lo creo, porque siempre existirán las líneas editoriales, manejadas de acuerdo a los intereses de los poderosos, llámense gobernantes o empresarios, que restringen la total libertad de prensa.


Un ejemplo de ello, fue la nula difusión en los medios nacionales de las protestas con las que activistas italianos y mexicanos recibieron a Felipe Calderón a su llegada a la ciudad de Milán, Italia el pasado martes 5 de junio. O la forma como algunos periodistas han defendido el tratamiento tan tendencioso que la "injusta" justicia mexicana, así como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos han dado al caso del asesinato y violación de Ernestina Ascencio, la indígena de Zongolica, Veracruz y otros tantos más que han pasado desapercibidos porque fueron cubiertos con las cortinas de humo del futbol y la programación basura.


Pero bueno, eso es en referencia a la libertad de expresión, qué pasa con la otras libertades a las que, como seres humanos y habitantes de un país regido por una constitución que defiende estos principios, tenemos derecho a gozar. Nuestros gobernantes y los medios de comunicación día tras día afirman que en México contamos con esas libertades, pero de acuerdo a los acontecimientos que se presentan, observamos que no es tan rosa la vida como nos la tratan de pintar.


El fin de semana pasado, en una carretera del estado de Sinaloa, cinco integrantes de una familia, entre ellos tres menores de edad, fueron asesinados en un retén militar por los soldados, que se suponen están para defender las garantías de los ciudadanos, cuando el conductor del vehículo en el que se dirigían a un velorio no pudo frenar a tiempo cuando se lo ordenaron los militares, lo que propició que estos últimos abrieran fuego.


Como comenté anteriormente, hablar de libertades es muy relativo, porque este derecho siempre se maneja a la conveniencia de algunos. Hace unos años viajé varias veces a Cuba por motivos de trabajo, y me encontré con que parte de sus habitantes se quejaban por la falta de libertad y oportunidades. Cada vez que me topaba con alguno que me pedía ayuda económica con el argumento de que tenía una carrera técnica o profesional y no devengaba un salario decoroso ni tenía la libertad para ejercer, y que por eso se estaba incrementado el número de balseros que intentaban llegar a Florida con todos los riesgos que el viaje implicaba.


Siempre les repliqué diciendo que en mi país había cerca de 50 millones de personas con la libertad para morirse de hambre o para convertirse en inmigrantes ilegales, que era un viaje similar al de sus balseros, sólo que aquí aparte de los riesgos que corrían al cruzar el desierto, también había que gastar una buena cantidad de dinero, primero para llegar hasta la frontera con Estados Unidos, y después para pagarle a un pollero para que los ayudara a cruzar hacia territorio estadounidense .


Que en las grandes ciudades había personas con títulos universitarios conduciendo taxis o dedicadas al comercio informal por la falta de oportunidades que hay en México. Que los salarios estaban por los suelos, casi como en una economía de potsguerra, que sólo algunos privilegiados podían gozar de los beneficios de la riqueza de este país. Que si en Cuba estaban tan apretados, era gracias al brutal bloqueo económico que les tiene impuesto Estados Unidos desde 1961 y que su país no cuenta con los recursos para ser autosuficiente, y que a pesar de ello, nadie se estaba muriendo de hambre. No como en México que la riqueza natural, si fuera bien distribuida, daba para ser una potencia mundial y no tener esa cantidad de personas en pobreza extrema, (50 millones).


En conclusión, hablar y defender las libertades tan a la ligera como los hacen nuestros medios y gobernantes latinoamericanos es una gran falsedad, porque todos ellos saben que estas defensas se hacen con la conciencia de que siempre se va a beneficiar a unos cuantos y a perjudicar a la gran mayoría abusando de su ignoracia. Porque, ¿cómo sabemos? que detrás de un hombre o una institución política que se dice demócrata y defensora de las libertades no se encuentra emboscado un dictador tirano que en el futuro cerrará los medios que no le favorezcan o hará callar a como dé lugar a las personas o instituciones que no comulguen con sus ideas.

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